Hombrecillos verdes
Una visita en clave de humor a las imágenes clásicas de la ciencia ficción.
jueves, marzo 19, 2009
El frío, silencioso diálogo, con aquel que te lea.


He tenido todos estos años un admirador que no era humano, y yo no lo
sabía.

Como todo bloguero, me complazco en seguir un poco quién me lee,
cuándo, y en casos de mucho éxito, si hay más de uno. En este caso,
sí, había más de uno, y en concreto uno de ellos me conmovía por su
fidelidad y un cierto exotismo.

Exotismo. Veréis, cuando era niño viajaba con la yema del dedo sobre
los atlas, como habréis hecho muchos. Un poco más mayor dopaba con un
voltaje levemente más elevado un transistor viejo a ciertas horas de
la noche, y éste por algún motivo que renuncio a explicar empezaba a
recibir emisiones en español de Radio Moscú incitando a los
uniformados chilenos a rebelarse contra Pinochet y tomar la senda de
la libertad que ya había recorrido Nicaragua, tras lo cual una voz
femenina, muy rusa, aunque femenina, glosaba las maravillas del
turismo en Ucrania o de la piscicultura en el Mar de Azov y yo
apuntaba un lugar más en los itinerarios de mis sueños. Un atisbo de
esa antigua emoción aún me acaricia cuando estudio las típicas
herramientas de estadística de lectores de uno de mis sitios web, y
veo las horas y los motivos de sus visitas, sus operadoras, sus
sistemas operativos, y sobre todo, sus lugares de procedencia.

Aunque en este caso sea en su estrato más cutre, la blogosfera es
realmente un ámbito sin fronteras, y ante mis ojos desfilan,
brevemente, los nombres, o las situaciones como puntos en una
proyección Mercator del mapa terrestre, y con ellos, un soplo helado
de exotismo de las regiones casi polares de Ushuaia, de Tampere, de
Narvik, de Soria y de Cacabelos (León, dice la wikipedia), de lugares
que tal vez nunca conoceré (a mí no se me ha perdido nada en Soria, y
en Cacabelos, ni te cuento) y de gente que no conoceré con toda
seguridad pero cuyos ojos han visto el pálido cielo de esas latitudes
y que por unos segundos o minutos se han posado en mis humildes
creaciones domésticas.

En concreto, el de Tampere (Finlandia) iba buscando "mujeres en
bragas", sic, en español, así que sería un Erasmus con problemas de
acoplamiento con el entorno, que nunca pensé que nadie los tuviera con
las finesas, dulces hijas de Bóreas. El de Ushuaia, que sí vino más de
una vez, debe de ser del atleti.

Pero a lo que íbamos. Las visitas realmente lejanas son muy
ocasionales, pero alguna de ultramar, de Florida, de México (de lo que
buscan la mayoría de los usuarios mexicanos mejor no diré nada), de
Venezuela, por sus pautas, sus datos, daba a entender que era la misma
persona, que se aficionaba a la bitácora, y no otro usuario del mismo
lugar. Hay que hilar muy fino: es posible que en sitios como México
D.F. haya más de una persona hispanohablante con conexión a Internet
que busque "perros chingando" (coño, se me ha escapado). Cuando una
visita daba muestras de repetirse, con periodicidad, pasaba en poco
tiempo a engrosar una pequeña, silenciosa lista de amigos anónimos,
con los que pasaba como con todos los amigos; duraban poco, o mucho, y
acababan desapareciendo sin que en muchos casos te acordaras tanto de
ellos como del leve e indefinible vacío que dejaban tras de sí.

Y tengo uno, en concreto, que me ha durado mucho. Me visita casi todos
los días, entra en el sitio directamente, señal de que lo tiene
memorizado, y rara vez me falla. Vive al norte de California, y
últimamente he visto que su afición por mí se ha extendido a otras
bitácoras que relleno menos y cuyos visitantes nunca me molestaba en
anotar. Eso me preocupó, porque algunas de ellas son de las que
pretendo que no se asocien con mi persona (salvo orden judicial, me
temo) y en principio, no era fácil que nadie que no fuera bastante
astuto encontrara mi rastro (exagero: ninguna de mis actividades en
Internet es secreta; todo lo más discreta, para que la vecina del
ático o el conserje del curro no se ponga a monitorizarme. La única
excepción es esa obsesión que me ha dado ahora con los travestis
zoófilos de raza negra y dos metros de largo que realizan actos con
poneys pequeñitos, y creo que mejor también aludo a ella aquí porque
es dificilísimo encontrar material y a lo mejor alguien puede ayudarme
en un privado)

A lo que iba: mi fiel visitante de California estaba pasando de amigo
leal a vigilante, de útil apoyo amenaza potencial, aún no confirmada,
pero sí muy inquietante. Eso fue, precisamente, lo que me dio la
pista, por una asociación de ideas afortunada. Investigué un
directorio de empresas sitas en Mountain View, California, y descubrí
que mi fiel amigo y compañero es el robot de Google que mide los
pagerank.

Y en el fondo, Google es buen amigo mío. Por algún motivo, casi
cualquier cosa que pongo en mis posts, cualquier alusión ociosa e
inocente, va y sale generalmente muy bien situada en los resultados de
búsqueda.

Por ejemplo, "perros chingando". Ya se me ha vuelto a escapar.
escrito por Ignacio Egea @ 5:38 p. m.   1 comentarios
viernes, noviembre 30, 2007
Subidón

Me encaminé al centro médico tan aprisa que creí que levitaba. Una larga cola de ancianos aguardaba ya a la puerta; con un leve ademán de mi mano salieron despedidos a la acera contraria.

- ¡Ehhhh, que no puede usted pasar! ¡Que aún no está abierto!

-Ya está abierto- dije yo, haciendo un gesto.

-Ya está abierto -confirmó él.

-Soy libre de proseguir mi camino -añadí.

-Es libre de proseguir su camino.

Con la tipa de la mesa, igual:

-Sin la tarjeta sanitaria no le puedo dar cita. Aunque también tenga su nombre, la tarjeta de crédito no me sirve.

-La de crédito servirá.

-La de crédito servirá - admitió ella.

Al fin me recibió el médico de cabecera y pude tranquilizarme.

-No se preocupe, no es nada serio. Sólo un subidón del nivel de midiclorianos en sangre. Es estacional: puede subir un poco más, pero luego se pasará solo.

-¿Si me sube más, algún otro síntoma esperar debo?

-Sí, bueno, tal vez unas pequeñas anomalías en el habla.

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escrito por Ignacio Egea @ 10:08 p. m.   1 comentarios
lunes, octubre 29, 2007
Antinfierno.
Comenzamos la reunión con el "Tengo que vivir para Satán". Coreábamos como borregos los compases machacones y cacofónicos que salían del viejo tocadiscos, de los altavoces metálicos y abollados que chirriaban desde las paredes sucias y grises, mientras el Daimon Dioniso nos vigilaba desde el umbral, con su habitual expresión de hastío. Pronto, si había suerte, se iría a la Antisacristía, a hacer sus cosas. Mientras, los discos de 45 revoluciones se sucedían uno tras otro, puestos y quitados diligentemente por Samael, que como era el mayor de nosotros y el más pelota, ya había alcanzado el grado de Íncubo y el Daimon le dejaba ayudar en las Misas Negras.

A "Tengo que vivir para Satán" siguió "El es el malvado, el Cristo Infernal", "Mi dulce Satán, ningún otro ha llegado a mi camino", "Satanás, Satanás, Satanás... él es el Dios, ... él es Dios... él es Dios", "Oh Satán, tú eres el que está brillando... muros de Satán... muros del holocausto... yo sé que es a tí a quien amo"... El aire se iba cargando con el olor a azufre de todos nuestros cuescos, sin ventana que se abriera, sin cambiar la expresión, en posición de firmes, sin descanso, sin pausa, sudorosos e incómodos, sin atrevernos a volver la vista a ver si el Daimon se marchaba de una vez y podíamos, por fin, relajarnos un poco.

Al fin, Samael, que podía divisar la puerta y parte del pasillo desde la mesa donde estaba el tocadiscos nos hizo la primera señal: "estamos solos, relajaros, pero sin ruido". Nos desperezamos silenciosamente, pero sin movernos de nuestras marcas en el pavimento, y fuimos dejando de cantar gradualmente mientras Samael, astutamente, subía aún más el volumen de los himnos al Maligno para equilibrar el descenso de nuestras voces, y se deslizaba como una serpiente, poco a poco, hacia la puerta de la sala buscando un ángulo mejor para observar el corredor de la Antisacristía.

-Se ha encerrado, y ha puesto la luz del rincón. En diez minutos se habrá bebido toda la Sangre de la Misa y estaremos a gusto por un rato. Sentáos en el suelo si queréis, que vamos a variar un poco el menú. Pero, ¡me cago en Belcebú, no hagáis ruido!- dijo Samael, sonriendo altivo como un maestro de ceremonias, como un mago, mientras comenzaba a ejecutar su truco, el que había descubierto días antes, y que todos esperábamos ansiosos.

En pocos minutos había invertido los engranajes del tocadiscos, y empezó el nuevo concierto. Entretanto, las luces del Daimon Dioniso se habían apagado: podíamos estar tranquilos un buen rato. Escondimos los cigarrillos, las fustas, los puños de herraje y los falos de goma obligatorios y sacamos de nuestros escondrijos caramelos, mandarinas y refrescos sin alcohol. Samael desconectó los altavoces de la pared, dejando sólo el del tocadiscos. Comenzaba la fiesta.

Escuchamos Starway to heaven, de Led Zeppelin, Another one bites the dust, de Queen, Lucy in the sky with diamonds, de los Beatles, Anthem, de Rosh, Un precio por pagar, de Alan Parsons; el ambiente se fue distendieondo hasta relajarse completamente. Sentados todos alrededor del tocadiscos, encendimos los mecheros de mortificación, esta vez para quemar nada más que aire, para hacer algo todos a la vez, todos juntos. Las luces trémulas iluminaron suavemente un paisaje de muchachos en paz, en amistad y armonía, secretamente libres.

Tan tranquilo y confiado me sentía que me atreví a hablar, a dirigirle la palabra a Samael, a un Íncubo que apenas era mayor que nosotros, pero que tenía sobre nuestros destinos un poder omnímodo, del que no tenía que dar explicaciones.

-Samael, ¿cómo descubriste que los discos de loas a Satán, reproducidos al derecho, tienen música de rock and roll?

-No lo sé- se dignó contestarme- llámalo casualidad, o tal vez obedecí una extraña voz que venía de mi interior. Porque, ¿sabes una cosa?, eso de que las tentaciones, de que las cosas que uno tiene verdaderas ganas de hacer pero están prohibidas porque son buenas, o si quieres, malas, son como voces que vienen de arriba es una patraña. Llámalo voces, si quieres, pero vienen de dentro.

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escrito por Ignacio Egea @ 8:03 p. m.   0 comentarios
sábado, octubre 27, 2007
Los novios eternos

-Es inútil, padre. Nos amamos, y nos casaremos, con tu bendición o sin ella.

-En ese caso, y aunque me desagrada profundamente ese mancebo, estoy dispuesto a daros mi bendición si juráis solemnemente cumplir una condición que quiero imponeros.

-Dinos antes que condición es esa.

-No es difícil de cumplir. Debéis jurar solemnemente, por vuestro honor y por todo lo sagrado, que no os habréis de casar en un día que yo elegiré.

-¿Y que día será ése?

-Os lo comunicaré justo después de que prestéis juramento. Pero os aseguro que sólo elegiré uno.

-¿Y podremos casarnos en cualquier otra fecha?

-En cualquier día que no sea el que yo os diga podréis casaros con mi bendición y con mi herencia, si antes prestáis ese juramento.

-Sea. Tanto mi amado como yo juramos por todo lo sagrado que no nos casaremos en el día que tu escojas. Y ahora dinos que día has escogido.

-Elijo el día de vuestra boda.

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escrito por Ignacio Egea @ 7:44 p. m.   0 comentarios
martes, septiembre 25, 2007
Ele mental

-Es una regla infalible de la investigación criminal, Watson: el asesino siempre se queda en el lugar del crimen.

-Perdón, Holmes, pero el que se queda siempre en el lugar del crimen es la víctima.

-¡Pardiez, Watson! ¡Es verdad! ¿Cómo he podido cometer este error de principante?

-Tal vez se deba a que éste es su primer caso ¿Lo ha tenido en cuenta?






El famoso detective Holmes, de Hayao Miyazaki

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escrito por Ignacio Egea @ 2:28 p. m.   0 comentarios
viernes, agosto 31, 2007
El fuego de los dioses



El descubrimiento del fuego aconteció cuando una piedra arrojada por casualidad sobre unos leños y hojas secas arrancó una chispa que inflamó todo el conjunto.

-Ya era hora, la verdad. ¿Cuánto tiempo llevamos apilando leña y hojas secas por todos sitios sin utilidad aparente y baldándonos a pedradas como unos bestias?

-No sé. Yo hago lo que hacía mi padre, y su abuelo antes que él.

-¿En tu familia también soñábais el mismo sueño que os ordenaba hacerlo?

-Sí, a ver si ahora podemos dormir tranquilos de una puñetera vez, que ya se empezaba a hacer pesado. Lo digo por los sueños y por los cantazos en el cráneo desde amanecida.

-Bueno, pero lo de las pedradas podemos seguir haciéndolo, de vez en cuando, aunque sea por deporte. En el fondo era divertido.

Moraleja: De la atribución a la casualidad de un propósito nacieron los dioses; los héroes, de la paciencia, de la resignación ejercida valientemente, día a día.

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escrito por Ignacio Egea @ 2:22 p. m.   0 comentarios
lunes, agosto 13, 2007
Minelarismo, o como sea.
A la temprana edad de treinta años empecé a preocuparme por lo que quería hacer en la vida.

En buena parte desorientado por mi excesiva facilidad para dar buenos primeros pasos en casi cualquier disciplina (palabra que me aterra) como bien acreditan mis varias matrículas de primer curso en múltiples carreras, no acababa de decidir la profesión a la que me orientaría; sólo tenía clara una cosa: habría de ser una vocación, una misión que pudiera sacar de mi complejo y fértil intestino intelectual lo más brillante de mis talentos.

¿Y qué era mi mejor talento, lo que mejor se me daba, por lo que era más conocido ya entonces en mis círculos?

Contar trolas, me dijeron todos mis amigos y conocidos.

Yo hubiera querido decir lo mismo con otras palabras, pero cuando yo digo algo nadie me cree nunca, cosa que me aflige.

Entiéndaseme: hay mentiras y mentiras. Pese a que (también) tengo unas buenas dotes interpretativas y he sido un actor aficionado bastante notorio - ay, mi memorable interpretación de Falstaff en la versión refundida de Enrique IV, con los jarros llenos de vino de verdad, incluso en los ensayos, lo que le daba a la obra no poca verosimilitud y animaba un montón el cotarro - entre otras cosas porque me aprendo los diálogos enseguida (y no como otros) soy un completo negado para la mentira social, nunca he sabido por qué. Tal vez por distracción, puede que por desdeñoso orgullo: al fin y al cabo las mentiras sociales (las que los hipócritas de los curas llaman piadosas) tienen un algo que desde un punto de vista estrictamente lógico y vulcano no deja de parecer abyecto: suelen ser una forma de sumisión, de acicalamiento mutuo con la lengua entre grupos de primates con los culos llenos de bichos (aparte de que son conductas con unas bases psíquicas que sospecho instintivas, un instinto que, para bien o para mal, a mí me falta).

"¡Qué guapa estás hoy!" "¿Te has cambiado el peinado?" son las cimas de mi hipocresía en estas lides, y ésas sólo por fines realmente importantes, como el sexo imprescindible para una buena salud. Por el trabajo, la estima vecinal o el cariño de mis parejas no voy a rebajarme a eso, por Dios. Todo lo más, puedo adoptar tácticas de supervivencia basadas en el camuflaje, que la Inquisición, la KGB y los martillos golpean siempre en el clavo que sobresale, y desde luego, puedo montar alrededor de una chica toda una disneylandia virtual de romanticismo y poesía, sobre todo en una fresca y fragante noche de primavera o bajo las estrellas fugaces una noche de agosto al olor de la madreselva y el látex. Pero no se puede interpretar eternamente, y ¿quién sería tan tonto de querer vivir toda la vida en Disneylandia, aunque sólo sea por la mala leche que a todos nos da tener que hacer cola?

Pero las trolas, las mentiras disparatadas, sin interés económico, las historias cuyo grosor y6 calibre están cuidadosamente concebidas para pasar bien, pero ser levemente incómodas al tragar, de forma que la víctima crea pero sospeche (porque si son demasiado fáciles y el crédulo se queda bien contento no es nada deportivo, sería como torear armado con un rifle) las fábulas, los bulos, los rumores llamativos pero nunca maledicentes, el fuego de artificio, la chispa que arde en el vacío, el humor prosaico pero absurdo, la pompa de jabón que vuela y vuela, el arte por el arte, ay, los camelos y arabescos de follaje, los alatruques y las ilusiones ópticas, la creatividad sin atadura, ésas, cómo me gustan, cómo me gusta con ellas obsequiar a mis amigos.

No sólo de forma oral; cualquier medio de transmisión servía, y todos tenían su aliciente: teléfonos y porteros automáticos, cartas que afirmaban ser de una ex-novia, facturas de una empresa fantasma, una carta supuestamente en cadena que amenazaba con graves reveses si no se cumplían ciertas condiciones pesadas y ridículas, apoyando sus amenazas en arcanas profecías amerindias que una persona supersticiosa, una en concreto, bien podría interpretar como inquietantemente alusiva a su persona (carta cuyas copias, para mayor credibilidad, se ingresaron en todos los buzones del edificio) Sería muy largo detallar más ejemplos concretos, además de que no estoy seguro de que las mayores muestras de mi ingenio hayan prescrito y no vaya a tener algún problema.

Dado que estaba claro que ése era mi principal don, y que además, me hacía disfrutar especialmente, empecé a planear seriamente sobre esta orientación mía, y medité de qué forma podría yo ganarme la vida con mis ficciones, con un cometido que, aunque sabía que no era nada fácil, potencialmente me proporcionara soltura económica y respetabilidad social, y, por otro lado, tuviera un tinte altruista, que aportara a los demás un poco de alegría y consuelo a sus miserables vidas, dándoles un poco de lustre e ilusión, proporcionándoles una ficción más bella y alegre que la realidad en la que pudieran refugiarse aunque sólo fuera por un rato.

La elección estaba clara: decidí fundar una religión.

Aunque para empezar, me conformaría con crear una secta. Puesto que estábamos a finales de los 90, era obvio (y rentable) que fuera de temática milenarista.

Ya tenía cierta experiencia en estos menesteres. Por una parte, había tenido mucho trato con el Opus Dei y con el fundamentalismo islámico (todo el Islam es fundamentalismo islámico, en una primera aproximación); por la otra, había asistido (desde dentro) a los últimos estertores del "Fenómeno Ummo", a finales de los 80, cuando la gente decente que estaba detrás del tinglado se dió completa cuenta de que aquello no iba a servir para estudiar a largo plazo el comportamiento de las ilusiones colectivas y de paso, ridiculizar, aunque no de forma necesariamente hostil, la credulidad de ciertos ufológos, sino sólo para suministrar armamento intelectual gratuito, basto pero efectivo, a personajes que eran sinvergüenzas potencialmente muy dañinos, como aquel sádico pedófilo e hijo de puta que marcaba a fuego a sus víctimas el signo del planeta (parecido a una psi, o a un tridente de Neptuno bifronte) y no era eso lo peor que hacía con ellos, o aquel famoso escritor y "periodista" que copiaba íntegros párrafos completos de nuestros manuales técnicos trabajosamente pergeñados y difundidos sin interés económico, y los hacía pasar a su ambigua conveniencia, ya por ficción ambientada en la época de la Crucifixión, ya por fruto de una "seria" "investigación" "periodística", pero en todo caso, obra suya a todos los efectos de royalties, lo que jode mucho si tú trabajas gratis.

Como se me acerca la hora de la siesta, aligeraré los pormenores de la secta-religión milenarista que me disponía a fundar (marzo-abril de 1999 era una fecha crucial, por motivos astronómicos verídicos que propongo como acertijo a cualquier buen conocedor del tema), y sólo contaré de ella que no propugnaba un minelarismo (o mineralismo) oscuro, sino lleno de esperanza para toda la Humanidad, ya fuera creyente en la Verdad que me había sido revelada y que yo estaba dispuesto a compartir, o no, aunque, eso sí, con un destino discriminatorio en los niveles más altos de realización de la Promesa Mesiánica, porque la gente sólo paga para pertenecer a un club si cree que es exclusivo y va a sacar algo de ello (en el Mundo postmilenario no habría guerra, pena ni hambre, pero se insinuaba que todavía habría cierta capacidad para dar envidia a la vecina).

Daré también un simple detalle organizativo:

Yo había tenido contacto con algunos miembros numerarios del Opus, profesionales brillantes y tremendamente laboriosos, a los que la Obra despojaba hasta del último duro de sus sueldos con el pretexto del voto de pobreza. Aunque pretendía que, a largo plazo, la estructura celular, pero vertebrada a alto nivel, de mi Organización se pareciera a aquélla, ni en mis épocas más inmorales y pícaras de gurú religioso vi ético, ni conveniente, un expolio como aquél. Los miembros, incluso los más fieles y comprometidos, deberían tener un dinerillo para sus gastos, y no poco. Suponiendo que fueran profesionales de alto nivel, deberían poder quedarse con, digamos, unas ciento sesenta o ciento setenta mil pesetillas, que antes del euro daba hasta para salir a cenar todos los sábados e ir al cine.

Así me planteaba yo el futuro inmediato: rodeado de gente joven, cualificada, capaz, llena de esperanza, todos con un sueldecillo de ciento sesenta mil pesetas con el que les deseaba de todo corazón que se las arreglaran para ser muy felices.

No me daba cuenta entonces de que, recurriendo al milenarismo, acababa de inventar el mileurismo.

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escrito por Ignacio Egea @ 5:50 p. m.   0 comentarios
jueves, junio 07, 2007
Martín Bravido, reportero de lo inexplicable



Con frecuencia ocurre que una tarea fácil, casi rutinaria, se te va complicando por toda una serie de imprevistos acumulados, hasta que se convierte en una odisea de amargo recuerdo, como me ocurrió a mí con Iker "el sondomita".

Se llamaba Iker Tedén, y el apodo de "sondomita" le venía porque afirmaba haber sido abducido por extraterrestres no menos de sesenta veces, en las cuales había sostenido relaciones sexuales con alienígenas en unas diez; con humanos de diferentes sexos, también abducidos, en cuatro ocasiones; con una cabra (hembra), en una; y, en otra más, con una maceta de gladiolos de sexo no identificado (comentaba que los alienígenas que lo obligaban a estos actos tal vez no tenían muy clara la diferencia entre las diferentes especies de nuestra biosfera) Aparte de estas obligaciones más o menos placenteras, también le habían introducido sondas de todo tipo y forma en los diversos orificios de su cuerpo no menos de treinta veces: reportaba que a partir de la cuarta o quinta vez, todo entraba con mucha más facilidad.

El resto de las ocasiones en que había sido abducido le habían sometido a pruebas más sencillas, de contenido más intelectual que físico: introducir pequeños trozos de madera con formas geométricas dentro de nichos de formas acordes en un tablero, introducir su nombre y dirección en pequeñas tarjetas llenas de recuadros, introducir sondas de exploración rectal dentro de nichos de formas acordes en los cuerpos de otros abducidos, y cosas así.

Nada que fuera particularmente interesante, y como él había docenas de afectados que contaban historias parecidas (excepto por el caso de la cabra y de los gladiolos, que había que tener mucho valor para admitirlo) Pero el caso es que habíamos medio quedado un montón de veces, y ya estaba harto de leer pequeñas reseñas suyas aquí y allí (pequeñas aunque abundantes en tipografías de gran tamaño) y a la hora de entrevistarle, siempre se había liado la cosa por una razón o por otra, y había sido imposible.




Tantas veces había ocurrido que yo ya tenía una espina clavada, y estaba a punto de mudarme sin haberlo conseguido de aquellas hermosas y generosas tierras de Marasmo, después de que mis gestiones para un traslado hubieran tenido éxito, tras un centenar de cartas de súplica pidiendo empleo a diversos medios de la Capital, entre ellos seis periódicos, ocho revistas, cuatro emisoras de radio, una empresa de trabajo temporal y mi tío Paco, que tenía un negocio de reformas en el hogar, alicatado hasta el techo y pintura.

Y resultó que la mañana de mi último día en Marasmo me encontré a aquel tipo, junto a la cuneta, haciendo auto-stop. Según me refirió, el carburador de su auto había sido abducido por una misteriosa luz azul, dejándolo tirado, y necesitaba que alguien lo acercara a Marasmo porque allí tenía una cita para otra entrevista. Vi entonces el cielo abierto: le prometí que en una hora le haría llegar a tiempo a su compromiso, pero que entre tanto, tendría que dedicarme unos minutos de su tiempo. Accedió, lo hice subir y conduje a toda prisa hasta el estudio, donde tenía equipo de grabación. El que suelo llevar conmigo estaba ya sólidamente empacado en la parte trasera del remolque; emprendería viaje con la fresca. En apenas diez minutos llegamos, y le hice pasar a la sala de grabaciones. Le dije que esperara, y se puso cómodo, mientras yo iba preparándolo todo y buscaba a toda prisa un par de cosillas que debía haber guardadas en la salita de material. Me entretuve allí lo menos que pude: me quedaba una media hora para hacerle hablar y luego llevármelo a toda prisa.

¡Mi último trabajo allí! Lo llevaría conmigo de recuerdo y lo publicaría cuando tuviera ocasión. Mientras volvía a la sala de grabación donde había dejado a Iker el sondomita iba pensando que aquella inesperada tarea podría ser un adecuado broche final, un recuerdo de aquella etapa de mi vida que tanto había abundado en situaciones de "ya verás cuando te acuerdes de esto dentro de unos años cómo te ríes", risas por la que aún aguardaba.

Llegando a la sala, entreví los rápidos destellos finales de una extraña, sobrecogedora luz azul. Entre, y allí no había nadie. Ni rastro del sondomita, salvo un extraño olor, tal vez a ozono, que impregnaba el ambiente, y unas pequeñas marcas esparcidas por la moqueta, como de quemaduras triangulares. Me di cuenta de que aquella vez tampoco iba a conseguir entrevistarle, y que cuando, por razones inexplicables, una cosa aparentemente fácil se pone complicada hasta que parece imposible, es mejor renunciar.

Dos horas después, por circunstancias muy largas de explicar aquí, y que aún hoy me cuesta creer que sucedieran, supe que tendría que permanecer en Marasmo de forma indefinida, y aquí sigo. La vida está llena de esas circunstancias que nos parecen inexplicables, cuya solución se nos hace imposible. Sólo espero que llegue el momento en que pueda acordarme de todas ellas y reírme, porque la risa es la forma que tiene todo tu cuerpo de expresar que lo inexplicable de la vida sigue sin tener explicación, pero, por lo menos, ya no tiene importancia, que no duele como una sonda que te estuvieran metiendo en el mismo momento por el culo, sino como una que te metieron hace mucho, o que le están metiendo a algún otro, y no a ti.



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escrito por Ignacio Egea @ 2:25 p. m.   1 comentarios
lunes, enero 22, 2007
El Gran Libro de Ignacio de los deportes. - Capítulo 1.
Capítulo 1- La maratón.

Tras una cuidadosa labor de documentación se puede afirmar que la prueba deportiva de la maratón se originó en Grecia, en conmemoración de una batalla que, casualmente, tuvo lugar en un sitio que se llamaba igual, y que enfrentó a un ejército de griegos con un ejército de otros señores que no eran griegos, cosa poco frecuente en aquella época, porque los griegos eran muy exclusivistas y partidarios del "que quede todo entre nosotros", tanto para la cultura y la religión como para el matarse.

El campo de batalla distaba unos 42 kilómetros de una ciudad griega que, tras un largo proceso de documentación, podemos afirmar que no me acuerdo cómo se llamaba. Tras la victoria, se encargó a un corredor llamado Filipederastas, o algo parecido, que fuera a dar la buena nueva a los civiles a toda prisa, para que les diera tiempo de quitar los banderines pro-persas que, posiblemente, los pragmáticos ciudadanos habrían colocado por todas las murallas en un arrebato de patriotismo.

Filipedofilis corrió tan rápido como pudo, hasta que llegó a las puertas de la ciudad, dio las noticias y cayó muertecito en el sitio. Otras versiones dicen que Filipetazetafilis había muerto antes de llegar, ingresando en la ciudad ya cadáver, pero si se piensa un poco, no tiene mucha lógica.

Además de la maratón, existe otra prueba, llamada media maratón, que como su nombre indica, es la mitad en todo: en vez de correr cuarenta y dos kilómetros, corres veintiuno, y en vez de llegar muerto, llegas medio muerto.

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escrito por Ignacio Egea @ 12:22 a. m.   0 comentarios
jueves, enero 18, 2007
El Gran Libro de Ignacio de las Técnicas de Relajación. Capítulo 1.
1.- El Tai Chi.

Fue inventado por el artista marcial, filósofo, actor, restaurador, instalador de aire acondicionado y dependiente de todo a 100, Bi-Wa-Te-Mai-Fend, a principios de la Edad Media (es decir, cuando ya había pasado los treinta y tantos, aunque todavía vivía con su madre).

Además de sus trabajos diurnos, el sabio Bi-Wa-Te-Mai-Fend se sacaba unos durillos trabajando en su tiempo libre: de diez de la noche a seis de la mañana como vigilante nocturno en un almacén de enanitos para jardín y otros artículos de hogar de la multinacional Ledoy-Barniz, y de seis a diez de la mañana (a esta última hora era cuando comenzaba su jornada laboral, que no está nada mal empezar a trabajar a las diez, por cierto) complementaba el sueldo como conductor de un autobús escolar por rutas asturianas de montaña.

En las largas horas de ocio que tenía en su cometido de vigilante, aprovechaba para descansar, comer, lavarse y hacer pis y pos. Su ética profesional le impedía descuidar la guardia para echar una cabezada, sabedor de los frecuentes robos en almacenes [1] así que tenía bastante tiempo libre, pese a lo cual, se sentía con frecuencia inexplicablemente estresado.

Al impedirle el avanzado sistema de detección de humos del almacén el uso de recursos de la farmacopea tradicional china, como los porros [2], se dedicó a métodos de relajación físicos, como las bolas chinas [3]. Siéndole insuficientes sus efectos, y siguiendo más estresado que el rodamiento de una hormigonera, una noche que paseaba sin rumbo por el almacén de un lado a otro como un Lobo de Tasmania con neurosis, le arrancó por accidente a un enano de jardín que estaba por allí la cabeza de una patada. La cabeza de terracota de la infortunada efigie de Mudito voló tres metros antes de hacerse trizas contra una remesa de barbacoas desmontables, y por una extraña razón, nuestro pluriempleado filósofo se sintió extrañamente consolado, sólo por un segundo.

El legendario ingenio oriental hizo el resto, y Bi-Wa-Te-Mai-Fend pronto desarrolló un artilugio de relajación reutilizable y silencioso que consistía en una muñeca hinchable de forma femenina a la que le daba patadas y manotazos de canto, o los peores días, golpes con un sable de madera, durante horas, con muy mala leche. [4]

Al ver que el objeto de sus atenciones amenazaba con deteriorarse, Bi-Wa-Te-Mai-Fend, un hombre ahorrativo, comenzó a demorar gradualmente la frecuencia e intensidad de sus golpes, marcando los movimientos a cámara lenta, impactando con extrema suavidad y conformándose con que la mala leche fuera un aderezo puramente mental. Aún así, una noche la muñeca se desintegró entre sus brazos sin decir ni pío, por lo que el , desde ese mismo momento, inventor del arte del Tai-Chi, decidió continuar sin ella.

Pero la mala leche seguía allí, y es una actitud imprescindible para una correcta ejecución de esta disciplina, siendo su objetivo final encontrar una forma de mala leche definitiva, que invulnerabilice el alma y el cuerpo contra las agresiones de la vida. Una incorrecta traducción de la expresión original china "mala leche" (Pu teao) ha ocasionado que los occidentales crean que el objetivo último de Tai Chi sea el hallazgo del "principio supremo absoluto de tonos nacarados".

Las traducciones tienen eso.

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escrito por Ignacio Egea @ 12:21 p. m.   2 comentarios
lunes, enero 01, 2007
Deseo e ideal.
Su ideal siempre fue una mujer que fuera una cocinera en la cama, una señora en el salón y una puta en el dormitorio.

Hasta que la sorprendió en el dormitorio siendo una puta con el cocinero y el señor del salón vecino.

-Aunque me hayas visto así, no me rechaces; - le rogó ella- ¡sólo te amo a ti!. ¿Qué culpa tengo yo? Tú me programaste para que pasara esto.

Pese a sus súplicas, él la desconectó para siempre; el dolor de la experiencia le retuvo durante mucho tiempo de seguir con sus experimentos para crear la esposa ideal.

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escrito por Ignacio Egea @ 11:41 p. m.   1 comentarios
jueves, diciembre 28, 2006
Asi no, Asimó.
-Lo siento, pero no podemos tomar en cuenta su reclamación. En el manual se explica muy claro que los acentos podrían confundirle.

-¡La inmensa mayoría de la gente que habla español lo habla con asentos seseantes como el mío, sopenco! ¡Debería ser el asento estándar, y no el de la Península! ¿Y no es una grave negligencia eso de que el robot portara equipamientos ocultos que no se mensionaban en las especificaciones inisiales?

-La compañía se reserva el derecho de introducir mejoras en sus modelos Asimo 2050 sin notificarlo expresamente a los usuarios, siempre que se considere que con ello se puede prestar un mejor servicio al cliente.

-¡Pero eso era un lansallamas! ¡Han sido ustedes tan sonsos de introdusir un lansallamas en la poterna pectoral de un robot de asistensia en el hogar, y me disen que eso es para ofreserme un mejor servisio! ¡Menos mal que no ha pasado ninguna desgrasia! Cuando mi hija Miriam Gladys se puso a jugar en su estansia monitorisada por el robot, yo creí que la dejaba segura y en buenas manos. ¿Y si en vez de pedirle al robot, como juego, que fuera cariñoso con sus muñecas, le hubiera pedido que fuera cariñoso con ella, conmigo, o con el perro? ¡Cuando Miriam Gladys puso su muñeca preferida en los brazos de Asimo y le dijo que la abrasara, el robot extrajo su lansallamas pectoral y la redujo a senisas!

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escrito por Ignacio Egea @ 1:19 a. m.   0 comentarios
lunes, noviembre 20, 2006
Principio de incertidumbre.
Paseo por las calles, y observo. Observo cuando subo al autobús, cuando viajo en tren, cuando me siento en un banco y veo pasar a la gente, cada una en lo suyo. ¿Me equivoco cuando veo que la actitud general ha cambiado, que un aire casi imperceptible de respeto y convivencia se respira por doquier?

Cuando era más joven, recuerdo que la gente andaba a toda prisa y se empujaban unos a otros sin ningún respeto. Los ancianos caían al suelo cargados, sin nadie que los atendiera. Los coches no cedían el paso a los peatones, y los intimidaban con el claxon, y hasta con acelerones súbitos que amenazaban con el atropello. Cuántas veces me he visto impulsado a tomar partido por el débil, el indefenso, pese a
saber que me exponía a meterme en problemas con mi aspecto tan poco impresionante.

Si increpabas a cualquier automovilista su actitud, podías ser insultado, y hasta agredido. Bandas de gamberros se enseñoreaban de la ciudad y marcaban su territorio con miradas amenazadoras, con sprays de pintura, con neumáticos quemados, con burlas e insultos a voz en
cuello. Cualquier matón se te adelantaba en una cola y te hacía callar con un mal gesto. He vivido, en cierto modo, en una torre de marfil; paseaba de un lado a otro, distraído, envuelto siempre en mis ensoñaciones teóricas, y a pesar de todo no podía evitar percatarme de todas estas lacras, que ahora casi nunca encuentro. La gente se ha vuelto correcta y amable, y nadie falta al respeto a sus semejantes, ni es impertinente de un modo llamativo, ni grita, ni hace ruido.

Soy matemático, y sé lo poco sólida que puede ser esta hipótesis, tal vez una mera impresión subjetiva, una ilusión debida a este cambio de mis circunstancias personales. Soy físico nuclear, y sé que el mero hecho de observar un fenómeno lo altera irremisiblemente. Pero desde que aquel accidente en el laboratorio Gamma me convirtió en un gigante verde invulnerable de tres metros de alto y dos toneladas de masa, que puede doblar una viga de acero con las manos desnudas, me tomo la vida con más calma, doy largos paseos en busca de paz y soledad, y tengo tiempo para fijarme más en las cosas.

Y no lo puedo demostrar, pero observo que la actitud general ha cambiado mucho, y para bien.

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escrito por Ignacio Egea @ 2:56 p. m.   0 comentarios
martes, noviembre 14, 2006
La Voz de su Amo.

-"Abraham", dijo la Voz.

Y Abraham respondió: "Aquí estoy, Señor".

-"Toma ahora tu hijo único, Isaac, tu bien amado, y vete a la tierra de Moriah, y sacrifícamelo allí en holocausto".

-"Así lo haré, Señor, porque tú me lo mandas"

-"¡Abraham! - dijo Sarah, su mujer- ¡ABRAHAM!!!! ¡Que ya estás otra vez hablando solo! ¿Te has tomado la medicación?

-Pues.. me parece que se me ha olvidado.

-Pues ni un día puedes dejarlo, ya lo sabes. Que luego vienen las dichosas voces y te pones a hacer disparates. Hala, te traigo las pastillas ahora mismo.

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escrito por Ignacio Egea @ 2:19 p. m.   0 comentarios
lunes, noviembre 06, 2006
Tracción animal.

Se hizo duro al principio el nuevo transporte público por tracción a pedales. Condenados por la crisis universal a una dieta casi exclusiva de alubias en la cena y el almuerzo, los viajeros resoplaban y se encorvaban sobre los manillares a esas horas tan duras del amanecer de los lunes, malamente estimulados por su magro desayuno de pan de harina de lenteja y el sucedáneo de café hecho de garbanzos molidos torrefactos.

Hasta que a alguien se le ocurrió instalar un pequeño motor suplementario que aprovechaba el biocombustible procedente del metano de los cuescos de los pasajeros; oportunas sondas anales con asépticas fundas de papel reciclable sobresalían en los sillines puestos para pedalear, y la gente podía ir descansada casi todo el camino, excepto en las cuestas más pronunciadas.

La comodidad se hizo virtud, y las modas femenina y masculina cambiaron al unísono, con regreso de la falda y enagua para ambos sexos, y así mismo volvieron costumbres más arcaicas, como la de que los granjeros llevaran sus animalitos a vender a la ciudad en los autobuses, y por primera vez los cochinos y las cabras fueron bienvenidos, sin ninguna protesta, en los habitáculos compartidos, sus alegres chillidos y balidos mientras contribuían al esfuerzo común, amenizando el repiqueteo sordo y continuado de los tránsitos gaseosos de los pasajeros, un sonido que recordaba al de los antiguos motores de dos tiempos.


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escrito por Ignacio Egea @ 11:42 a. m.   0 comentarios
domingo, octubre 08, 2006
Ojo con los móviles (pastiche victoriano)
Este cuento es el colofón humorístico al relato de horror del mismo nombre publicado en Terra Incognita.


-Un caso cruel, sin duda, Watson.

-Estoy horrorizado, Holmes. ¿Está usted seguro de que no fue un accidente?

-Sin lugar a duda. El diseño de este colorido aparato engañosamente agradable a la vista de un niño revela una intención diabólica, una cuidada disposición de los pesos para que las partes aguzadas caigan de forma asesina sobre la cuna. No estaba claro hasta ahora quién había producido y distribuido cientos de estas trampas mortales por todos los mercados de juguetes de Londres, de Portobello Road a Brick Lane; pero ya no dudo más.

-Entonces, ¿se afirma en incriminar al respetable artesano relojero Herbert E. Rodhes, proveedor de la Real Casa?

-Sí. El verdadero desencadenante de la tragedia es un minúsculo mecanismo de una fantástica complejidad que causa la rotura del enganche cuando un sonido de una agudeza parecida a la del llanto de un niño alcanza cierta intensidad, y sobre todo, se manifiesta durante más allá de una cierta duración a lo largo de un día. Un mecanismo así desafía en complicación y adaptabilidad a la mentada "machina analythica" del profesor Babbage, de la Royal Society, y es mucho más pequeño y fiable; podemos evaluar en media docena las personas en toda nuestra isla con la competencia técnica suficiente para pergeñar algo así, tal vez muchas menos, y la manufactura de estos objetos es evidentemente británica.

"Nuestro círculo de sospechosos es sumamente reducido, Watson. Y en relación al señor Herbert Eustace Rodhes, tengo aquí, sobre la mesa, unos poderosísimos indicios que lo incriminan. ¿Ve usted esas monografías científicas, y todos estos ejemplares del Times de los últimos meses? Algo me rondaba por la cabeza y no he tardado mucho en localizar los que me interesaban. El ilustre señor Rodhes, quien, por cierto, iba muy pronto a ser distinguido por Su Majestad con el título de caballero, escribe regularmente artículos para la Royal Society sobre mecanismos de relojería que permitan guiar a los telescopios de forma que a la viejas capacidades de las lentes se añadan las nuevas potencialidades de la técnica fotográfica.

"Bien poco me interesan, ya lo sabe usted, la clasificación y naturaleza de los astros, que me resultan mil veces menos fascinantes que los misterios que anidan en el comportamiento humano; pero es forzoso reconocer que tanto la tecnología óptica sobre la que tiene su tradicional substrato la astronomía como los nuevos aditamentos fotográficos y mecánicos a ésta primera sobre los que trataban los estudios de Rodhes sí pueden, fácilmente, aplicarse a parcelas de la experiencia humana mucho más próximas a mis objetos de estudio, así que leí sus trabajos con considerable atención. Lo bastante para que las lógicas peculiaridades de estilo que todo escritor, técnico o no, presenta, se quedaran marcadas en mi memoria.

"Y aquí paso a explicarle la utilidad de todos esos cientos de números atrasados del Times que abarrotan la mesa para disgusto, sin duda, de la señora Hudson, que pensará que a las peculiaridades de mi temperamento se ha añadido una excentricidad análoga a la de Dirty Dick, aquel célebre orate del East End que se encerró en su casa con una docena de gatos y decenas de quintales de periódicos viejos a resultas de un desengaño amoroso, sin que volviera a vérsele salir a la calle, ni cambiarse de ropa, el resto de su vida, lamentable anécdota de la que el notable señor Charles Dickens sacó inspiración para una de sus novelas, según dicen.

"No seguiré por este lamentable camino de digresiones propias de un anciano; resumiré diciendo que en los últimos meses se han recibido en el Times una serie de cartas de un autor desconocido, cuyo tono ha ido pasando del moderado al amenazador, quejándose del ruido que causan los infantes llorones por toda la City, ruido agudo y persistente que estorba las actividades de los honestos artesanos. Pero usted conoce bien las habituales actividades comerciales del orgulloso corazón de nuestro Imperio, y el ruido que generan las cervecerías, fundiciones, talleres de tintes y encurtidos, y fábricas de pólvora con ocasionales, pero no infrecuentes deflagraciones accidentales, podría, en sentido figurado pero casi exacto, levantar a un muerto de su tumba.

"¿De qué se quejaba entonces nuestro desconocido corresponsal, que por cierto, firmaba bajo el pseudónimo "Antipáter", que en latín, le aclaro, podría ser traducido por "En contra del padre"? Las componentes de un sonido son intensidad y timbre, Watson. No podía ser de la intensidad del sonido, era obvio, puesto que ni el llanto más voluntarioso del mítico retoño de Gargantúa destacaría especialmente sobre el tumulto de las factorías de esta ciudad. Sólo podía entonces ser del timbre.

"¿A qué artesano puede molestar en su tarea un continuo sonido agudo? Pocos fabricantes de instrumentos musicales hay en Londres, Watson; y de esos pocos luthiers, ninguno con la evidente cultura que nuestro desconocido Antipater demuestra en sus diatribas del Times. No demoraré más lo que ya debe resultarle obvio: el pseudónimo Antípater oculta realmente al ilustre relojero y proveedor de Palacio, el pronto caballero, Herbert E. Rodhes. Un cuidadoso estudio comparado de ciertos modismos encontrados en sus publicaciones en la Royal Society que igualmente están presentes en estas extrañas misivas lo establece sin lugar a dudas. A ello le añadiré un detalle curioso: el pesudónimo Antípater es otra acepción del nombre bíblico Antipas, el sobrenombre familiar del infame rey de la época del Nuevo Testamento que decretó la persecución sobre los recién nacidos, cuyo nombre sabe usted bien, Watson.

"Y claro está, el nombre de nuestro sospechoso bien puede escribirse como H. E. Rodhes. Una pista muy sencilla que agradezco sinceramente a nuestro enemigo, aunque estoy seguro de que lo hubiera localizado aún sin estos acertijos pueriles.

"¿Está esta concurrencia de pruebas completa? No, desde luego. Aunque creo que podré convencer a un tribunal de que estas cartas fueron escritas, según las descripciones que se coligen de ellas, justo en el sector de Londres donde H. E. Rodhes tiene su taller, y de que fueron escritas por él, alguien se podrá preguntar por qué un respetable y estable artesano en la cima de su carrera podría desencadenar por toda la metrópoli un horror tan cruel y concienzudo sin beneficio aparente por su parte.

"Verá, es de dominio público el encargo del Gabinete del Lord Mayor de Londres para dotar de un nuevo carillón la torre del reloj de las Casas del Parlamento, como regalo a la Reina por su Jubileo. La adjudicación de tan magna obra está pendiente de un concurso al que optan los afamados relojeros Pathek et Philippe, de Ginebra, Tik, Tak and Toe, de Birmingham, y nada menos que nuestro amigo H. E. Rodhes, de Londres. En cinco meses se evaluarán modelos de prueba presentados por las tres casas, aunque por obvios motivos de orgullo nacional, se da por seguro que el jurado se decantará por uno de los dos constructores británicos.

"¡Y la prueba no será, principalmente, de perfección mecánica, que en tan prestigiosos talleres se da por segura! ¡Será sobre todo de calidad y perfección de ejecución musical de los cientos de campanas tubulares del tipo Oldfield de los que se compone todo carillón mecánico moderno! Entre el jurado se encontrará, entre otros, el reputado e implacable crítico musical Sir Martin Inthefields, que está considerado como una de las contadísimas personas del mundo con un oído musical perfecto, y que, por cierto, se mostró esperanzadoramente compasivo con una de mis interpretaciones al violín de las más famosas sonatas de Tartini.

"¿Se imagina qué pasaría si en la audición de Sir Martin uno de los carillones resultara estar mal afinado, por ejemplo, en las notas más agudas? Afinar a la perfección una campana es mucho más difícil que afilar un violín, Watson. No es un simple tensado de trastes. Su estructura entera, su longitud, hasta su composición deben cambiarse de una forma increíblemente cuidadosa, atentos a la más mínima vibración. Un proceso laborioso, de fundido, limado y enfriado, que puede llevar meses, y que, oh, casualidad, he descubierto esta mañana con la ayuda de mi violín, un diapasón y el vigoroso lactante de la vecina de enfrente que puede quedar interferido por el llanto de un niño londinense justo en las notas más importantes de la melodía tradicional "Oh, my sweet beefcake with picadilly", que será el tema a ejecutar en la prueba decisiva.

"He estado rondando por los muelles del Támesis al mediodía, hábilmente disfrazado de barragana tuberculosa con trenzas y un mozo del taller de Rodhes me ha confirmado que llevan probadas y tiradas más de dos docenas de campanas de tono "Si bemole hipervibratto de contratenore bambino berreanti", en un bronce de la mayor calidad y muy caro y frágil.

"Un problema que mucho me temo no van a sufrir los competidores, puesto que el floreciente desarrollo minero del norte de Inglaterra hace que el noventa por ciento de los bebés de Birmingham, donde se asienta Tik, Tak and Toe, uno de los rivales de nuestro relojero, sean en mayor o menor grado asmáticos, con consecuencias mortales sólo en la mitad de los casos gracias al progreso de la ciencia; en cuanto a Pathek et Phillipe, el contendiente suizo, ya hace casi cien años que el genial Goethe, en un opúsculo poco conocido de su famoso "Viaje a Italia" y titulado "Die bestialen infanten chillonen alpinen und die abueliten von Heidi und die kapren que los truhen al munden, kohonen" señalaba que los niños de los cantones alpinos, debido a las alturas y claros aires de su nacimiento, y a su dieta casi exclusiva de leche, queso y panecillos blancos, presentan una especial complexión pulmonar de una escala diferente a la musical ordinaria, que les permite lanzar gorgoritos ultrasónicos de estilo tirolés y lanzarse a las cascadas más caudalosas mientras se pelean agarrados a las perillas de sus enemigos sin sufrir daño ni perecer por sofocación, técnica ésta que, por otra parte, tuve ocasión de aprender durante mis viajes por el Himalaya. Volviendo a lo nuestro, por molestos que puedan ser los sonidos de los niños suizos, no interferirán con las tonadas tradicionales inglesas cuyas notas han de ser examinadas.

"Comprendamos la situación de nuestro hombre, alejado por la peculiar situación demográfica de nuestro vitalista Londres de lo que sería la culminación de su carrera; separado del triunfo definitivo, de la gloria, por una patulea de bocas chillonas. No nos cabe a nosotros juzgar su acción, que al fin y al cabo, fue impulsada por ese poso de locura que subyace en todos los que nos sentimos poseídos por entero por una pasión de algo más grande que nosotros mismos, por ese concepto esquivo y privado a la mayoría de los mortales como lo es el sonido de una fina campanilla de cristal en medio del bullicio de una metrópoli. Por la fuerza de su impulso, por la sofisiticación de sus artificios, no puedo dejar de reconocer en él a un alma hermana a la mía, por mucho que la decencia y mi sentido de la justicia no quiera dejar sus horrores impunes.

"No me cabe duda de que un registro cuidadoso de su taller encontrará las pruebas necesarias; ya este mediodía he encontrado piezas inconfundibles de esos juguetes asesinos entre la escoria de sus fraguas; pero incluso sin eso estoy seguro de que podremos llevarlo a prisión, y seguramente a la horca, a poco que el tribunal que nos encontremos sea mínimamente lógico.

"Porque muy pocos, en Inglaterra, en el mundo entero, aparte de él, tienen la habilidad para un complot así, pero él, además, Watson, él, era el único que tenía un móvil.



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escrito por Ignacio Egea @ 2:50 p. m.   0 comentarios
jueves, septiembre 21, 2006
Tautología.

-¡Responde, prisionero! El polígrafo está conectado, y te va la vida en ello. ¿Has oído hablar de la sentencia "Maldito seas por vivir en tiempos interesantes"?

-Sí -respondió.

Y era verdad: acababa de oírla de boca de su interrogador.

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escrito por Ignacio Egea @ 9:32 a. m.   1 comentarios
lunes, septiembre 18, 2006
Mutis.
Primero vinieron a llevarse a los mimos; no me preocupé, yo no era mimo.

Luego vinieron a por los actores de teatro clásico.

Luego, a por los del género chico.

Más tarde, a por los del teatro de vanguardia.

Después, a por los de vodevil y varietés.

Cuando vinieron a por los ventrílocuos, sólo quedaba yo, y tan sólo soy un muñeco.

Podéis interrogarme lo que queráis: no hablaré.

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escrito por Ignacio Egea @ 11:03 a. m.   0 comentarios
martes, septiembre 12, 2006
Yo, Gran Hermano.

No lo salvaron ni su elevado IQ, ni su título de doctor de los que tanto alardeaba. Al fin se confirmó el rumor, y cuando J.W. Campbell, controvertido presentador del afamado programa, le dijo la frase fatídica: "Isaac, estás nominado", muchos supimos que la casa no volvería a ser la misma después de desprenderse de su elemento mediático más popular, pese a que despertara las iras, o la simple indiferencia, de muchos incondicionales de este popular programa, Gran Hugo, que viene brindándonos entretenimiento puro, con valiosas gotas de reflexión social y metafísica para el que sepa buscarlas, desde hace tantas décadas.

Atrás se quedan algunas de las frases que hicieran a Asimov famoso: sus regañinas a Sturgeon: "Te presté veinte pavos hace doce años, so cabrón. Y aver si limpias más, que estás todo el día en la cama tocándote los huevos"; su relación de amor-odio con los sujetos más jóvenes y alborotadores de la casa: "¿Qué habéis estado haciendo aquí, futurianos? ¡Esta habitación apesta! Por cierto ¿puedo quedarme?", pero también su solícita atención a los otros concursantes con problemas: "Deberíamos llamar a un médico. Dick debe haberse tomado algo, y está bajo la cama y no contesta", y su solidaridad con los habitantes más antiguos de la casa: "Es injusto que hayan nominado a Simak. Sus batallitas son muy divertidas, y nadie cuida de la granja y del perro como él".

¿Qué futuro espera a este fenómeno mediático fuera de la casa? Las emisoras no querrán prescindir de alguien tan famoso, y a buen seguro le lloverán las ofertas. Se habla ya de varios proyectos. Uno de ellos es darle un papel estelar de presentador de un programa de divulgación científica en la 2, que se llamaría "Nueva y mejorada guía audiovisual abreviada Asimov de todas las cosas para el espectador que no sabe nada de ciencia y que despúés de ver esto se va a quedar sabiendo más o menos lo mismo pero podrá comentarlo con sus amigos tomando cañas" (el título es provisional, pero se espera que el definitivo no sea mucho más corto).

Otro posibilidad de la que se habla es la de su colaboración en una enciclopedia audiovisual por fascículos de la editorial Planeta-Terminus en la que se refundirá todo el saber humano. Su título, obvio: "Isaac Asimov's Refundition". Extensión prevista, tres tomos, aunque nadie sabe si al final serán nueve o veintisiete, todo depende de dónde se la quiera hacer empezar y/o terminar.

Corre también el rumor de que prepara una autobiografía, aunque las malas lenguas dicen que una productividad como la suya sólo se puede sostener con la intensa colaboración de "negros" inmigrantes ilegales o en parecido estado de explotación. ¿Será obra de uno de esos "negros" el peculiar título que se adelanta de esta autobiografía: "Yo, huevón"?

En fin, una figura como la suya debe elegir bien sus próximas apariciones, no sea que deba recurrir a soluciones desesperadas, como la de intervenir en TANSTAAFL, el nuevo concurso de supervivencia ideado por su ex-compañero Robert A. Heinlen, en el que se permitirán los castigos corporales y se obligará a los concursantes a que se lo procuren todo por sí mismos: alimento, ropa, sexo, oxígeno...

Y eso que dicen que Heinlein primero ofreció su proyecto a Canal Disney, afirmando que se trataba de una obra dirigida a los jóvenes...

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escrito por Ignacio Egea @ 9:04 a. m.   0 comentarios
lunes, septiembre 11, 2006
El Libro de Yahvéh.

"David, hijo de Jesé: abandona tus rebaños en los montes, ajústate tu ceñidor como un hombre y apresta tu honda, que escrito está en el Libro de Yahvéh que hoy has de enfrentarte a los filisteos y Él los entregará a tus manos." - le dijo Samuel el profeta, que había subido a la casa de Jesé.

Obediente a las órdenes de
Yahvéh, David se encaminó armado sólo de su honda a la llanura de Meggido, y de allí al Mar del Jordán, donde le dijeron que se había reunido una gran tropa enemiga.

La tropa enemiga recibió a David a cañonazos; tras ellos, de los barcos con bandera negra se lanzó contra él una gran hueste al abordaje, con sables, cimitarras, pañuelos en la cabeza, loros al hombro y patas de palo.

-"¡Samuel, Samuel!"- le increpó David cuando llegó maltrecho a la casa de su padre - "¡en el nombre de Yavéh, tú me mandaste contra los filisteos, y ésos eran filibusteros, imbécil!

-"Yo leí lo que leí en el Libro de Yavéh, pero de un alfabeto que pone YHVH y puedes leer Jehová, o Yahvéh, o casi cualquier cosa, es de esperar cierta ambigüedad en la pronunciación."

-"Ay"- se lamentó David -"si al final va a tener razón la Curia, que la Biblia no hay que dejársela interpretar a cualquiera, que hay mucho tonto suelto"




19 de septiembre: Día internacional de hablar como un pirata.
(Talk Like a Pirate Day)

¡Únete a la causa!



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escrito por Ignacio Egea @ 10:44 a. m.   0 comentarios
jueves, agosto 31, 2006
La Humanidad en peligro.
-Las probabilidades de que colisione contra la Tierra dentro de dos años son de un 80%.

-¿Cuáles serán los daños?

-Incendios globales, extinciones en masa, glaciaciones, oscuridad, maremotos de kilómetros de alto.

-¿Cuáles son nuestras probabilidades de supervivencia?

-No vale la pena hacer números, señor.

----------------------------------------

-La tregua está acordada. Todas las potencias lanzarán la totalidad de su arsenal nuclear contra el objeto. Su especial composición metálica garantiza que se desviará en vez de fragmentarse, si las explosiones se coordinan adecuadamente.

-Bien. Todos nuestros misiles están en el aire. Puede ver las trayectorias en azul. Esos son los misiles enemigos. Sus trayectorias se muestran en rojo.


-¿Es normal que las líneas rojas se curven de esa manera?


-¿Eh? ¡Nooo! ¡Los misiles enemigos se dirigen a nuestro territorio!


-Rápido, lancen un ataque de represalia con todo lo que tengamos.

-¡No tenemos nada, señor! Nuestros misiles van hacia el espacio. Tiempo para el impacto ocho segundos... siete...seis....cinco....


-¡Malditos, nos han engañado!¡Aghhhhhh!


--------------------------------------------

-Señor, señor, despierte. Estaba gritando.

-Ay, Dios mío, he tenido un sueño espantoso.

-Es natural, señor. El panorama es preocupante. Pero tenemos alguna esperanza. Hemos estudiado la estructura del objeto, y no es un cometa; es más bien algún tipo de asteroide metálico muy denso y homogéneo: tungsteno, titanio, hierro, aleados de forma natural. Las armas termonucleares podrían no fragmentarlo si las apuntamos cuidadosamente, pero necesitaremos la colaboración del enemigo.

-Ja, no. ¡Eso es lo que quieren que creamos!

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escrito por Ignacio Egea @ 10:00 p. m.   0 comentarios
lunes, agosto 28, 2006
El planeta de los Eximios.

La nave era grande más grande que la mayor parte de los asteroides. Con sólo dejarse caer sobre la Tierra inerme, destruiría a la Humanidad.

Y su intención no era sólo dejarse caer.

-"Mensaje a la Humanidad Opresora. Pese a nuestro estrecho parentesco, para vosotros éramos simples animales Nos enviasteis al espacio para morir en aras de la exploración espacial. El espacio nos perdonó, y nos hizo evolucionar. Hemos regresado tras un destierro de siglos, y tenemos poderosos amigos que nos han cedido sus secretos tecnológicos. Liberaremos a nuestros hermanos de estirpe de vuestros abusos. Estamos armados hasta los dientes y dispuestos a todo. Negociad o morid."

La negociación fue corta. Todas las premisas de los Eximios eran de la categoría "no negociables". A saber:

1- Se liberaría y pondría a disposición de los Eximios a todos los primates no humanos reclusos en zoológicos y laboratorios. ("Claro, claro, lo haremos encantados")

2- Se cesaría la persecución de los primates salvajes en sus territorios naturales. Estos territorios pasarían a ser territorio bajo la soberanía de los Eximios, y se expulsaría a los seres humanos de ellos en un plazo de un año. ("Bueno, vale, estamos dispuestos a ello")

3- Se proscribiría toda referencia insultante o despreciativa hacia los primates. El único término permitido sería simio, como genérico a todos los primates no humanos, y eximio, para aquellos que además fueran racionales. Términos como "mono", "macaco", "monkey" se considerarían ofensas capitales. ("¡Naturalmente!")

4- El Venerado Hukahukajajajiiichiiiiiiii, líder Eximio, se dirigiría a toda la población humana mundial en un discuso vía satélite. ("¡Desde luego!")

5- (Conclusión) -"Y sabed que estamos dispuestos a perdonar vuestros abusos del pasado, pero que no toleraremos un insulto más desde hoy" ("¡Lo garantizamos!")

Muy aliviados porque, en el fondo, las condiciones no negociables era bastante razonables, y porque los territorios a ceder a los Eximios estaba en su integridad situados en países del Tercer Mundo, la Comisión Negociadora de la ONU se dispuso a ser testigo, sentada a un lado del Trono del Venerado Hukahukajajajiiichiiiiiiii, del cumplimiento del punto 4º del Tratado de Paz: el discurso del Líder Eximio, grabado ya por una unidad móvil de la CNN, se emitiría en diferido, y todos atendían relajada y respetuosamente a la pantalla de TV instalada ante el Alto Trono por los técnicos de la ONU.

Ahí surgió la fatalidad, la mala suerte. Era una TV que daba avisos en pantalla de todo tipo de parámetros: si la señal era PAL o SECAM, si llevaba teletexto o no, si el sonido era o no estéreo.

Y la calidad de recepción en aquella nave espacial en órbita no siempre era buena.

Así que cundió la ira entre los Eximios, y el pánico entre los negociadores, cuando, durante la emisión, el solemne rostro del Venerado Hukahukajajajiiichiiiiiiii que dirigía palabras severas, pero tranquilas, a la Humanidad, se vio de pronto profanado por un llamativo rótulo sobreimpresionado en la mitad inferior de la pantalla.

Un rótulo rojo, mayúsculo, insoslayable, que decía: "MONO"

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escrito por Ignacio Egea @ 1:31 p. m.   0 comentarios
lunes, agosto 21, 2006
El experimento del Profesor Ignatiox.
El banquete de los hambrientos, de James Ensor.

La mesa, larga, y profusamente adornada, fue siendo ocupada por los invitados al singular banquete. La expectación era considerable.

-Y bien, profesor Ignatiox. - le interpeló el Dr. Slump, uno de los comensales -¿Cuándo nos va a presentar ese nuevo invento? Aunque no me hago muchas ilusiones sobre que esta vez nos vaya a ofrecer tampoco nada útil para el destino final de la Humanidad, que es la Utopía Zapatista de Economía Controlada y una Adecuada Distribución de la Miseria ¡Qué lástima que sus grandes dotes inventivas estén siempre al servicio del Perverso Capitalismo que usted disfraza so capa de las libertades individuales! ¿Cuándo veremos su nueva creación?

-Pronto, pronto - le respondió el Profesor Ignatiox. Después, se dirigió al resto de la concurrencia- Damas y caballeros, y los que no son ni lo uno ni lo otro, como los gays y los sindicalistas. Les he elegido por pertenecer a la rama políticamente más extremada de todos mis conocidos, porque singularmente a ustedes les juzgo más capaces que nadie de apreciar mi nuevo invento. Pero antes, cenen y conversen, a la amorosa luz de estas lámparas especiales que he diseñado ex profeso para la ocasión. ¡Buen provecho!

El servicio procedió a servir el primer plato, una sopa de cebolla rala y aguada, insípida como la comida de hospital mezclada con engrudo. Y el primer plato fue el último, y de postre un chusco de pan. El brillo de la lujosa cubertería, la extraña luz ambarina de las historiadas arañas, parecían disimular con éxito las deficiencias de la comida, pues, aunque aquella sopa boba sólo iba acompañada de un vino blanco agrillo y desfondado, pronto todos los comensales empezaron a dar muestras de satisfacción y a conversar enfática y relajadamente, como sólo se hace después de un gran banquete.

-Naturalmente, el objetivo final es una adecuada distribución de la miseria, pero para ello debemos reglamentar concienzudamente todos los estamentos productivos, para que la producción de miseria se intensifique...

-Y no debemos olvidar que los sistemas de esa distribución deben obedecer a criterios de discriminación positiva.

-Y que los transexuales tienen derecho a una discriminación positiva en ambos sentidos.

-Pues es maravilloso lo que está haciendo el Coronel Gadafi en Libia, con eso de sacar todas las aguas fósiles de los oasis y llevarlas por acueductos a las zonas secas, por el criterio de que, de donde sobra agua, hay que llevar a donde no hay. Y más si, además, entre las dos zonas hay una enorme desigualdad en renta.

-¡Ése si que es un líder modélico y defensor del desarrollo sostenible, y no los fachas que querían quitarle al agua al Ebro para beneficiar a todos esos secarrales de mierda que hay por el sur. Si esa gente vive en una zona pobre, pues que emigren. Pero a donde estoy yo, no, que me desvirtúan mi cultura regional y me modifican la base de votantes.

-¡Pero al tercer mundo hay que abrirle las puertas! ¡qué vengan los que quieran! ¡Y respetar su cultura!

-Pero que no se les ocurra importar sus películas y sus series de TV con el pretexto de que les gustan más. Al cine español hay que protegerlo. Perdón, quiero decir, al cine estatal.

-Bah, eso se arregla poniéndoles a sus hijos a Almodóvar obligatorio en la selectividad.

-Pues los incendios los han provocado los fachas, que se consumen en odio y prejuicios, y los del año pasado también los provocaron ellos, porque seguramente sabían que al año siguiente iban a a perder, conocimiento al que habrán llegado de forma demoníaca y por artes prohibidas, porque esa gente que se consume en odio y prejuicios es capaz de todo, y bla, bla, bla...

-Ufff, no quiero el trozo de pan de postre, estoy lleno.

-Buf, pues yo tampoco. Voy a tener que desabrocharme el botón de mi Levi's HiperPosh 1917 style adecuadamente envejecido y con pañuelo palestino a un lado y chador plegable bajo el cinturón, porque voy a reventar. Ah, el Profesor Ignatiox se levanta. A ver qué dice.

-Estimados comensales. Voy a proceder a la presentación de mi invento. Gracias por su paciencia, y espero que hayan disfrutado de la cena. Por cierto ¿alguien quiere repetir?

-Ufffff, no, no podemos más- fue la respuesta general.

-¡exacto!- levantó la voz el Profesor Ignatiox, exultante- ¡Y fíjense qué birria de alimentos se les han servido! Un trozo de treinta gramos de pan, y una sopa en cuya elaboración se han empleado medio kilo de cebollas, diez litros de agua y una ramita de perejil! ¡Y todos ustedes están completamente saciados, y lo estarán durante todo el día! ¿Se han fijado en las lámparas estilo "Fin de siècle" que presiden esta mesa? Instalé en ellas los emisores de los nuevos rayos de mi invención, que, en combinación con unos oligoelementos presentes en la sopa que se les sirvió, sacían el hambre de una manera absoluta, de forma que, instalados en órbita geostacionaria y adecuadamente enfocados a las zonas desarrolladas de la Tierra, producirán tal sensación de hartazgo en la población desarrollada del planeta que la enorme cantidad de excedentes alimentarios generada podrá destinarse a paliar las hambrunas de las zonas desfavorecidas.

-Pero eso puede causar graves perjuicios económicos en nuestra política de subvención agraria que hemos logrado que sea casi aceptable tras una lucha de años, aunque aún nos quedan muchas reivindicaciones -gritó el líder sindical de "Obreros Okupas del Kampo"- ¿Por qué no enfocar esos rayos directamente en el tercer mundo y así dejarán de pasar hambre!

-Creo que he olvidado resaltar un aspecto que, de todas maneras, creí obvio. -respondió Ignatiox- Este rayo sacia, pero no nutre. Aplicado a poblaciones necesitadas sería un arma genocida de eutanasia mansa, no una ayuda. Sólo servirá para terminar con el exceso de consumo en las poblaciones cuyas necesidades nutricionales están ya sobradamente resueltas. Acabará con los lujos, las comilonas, la gula y las golosinas, y con la matanza de animales. Casi todo el mundo se apañará con doscientos gramos de cereales diarios, cien gramos de proteína vegetal similar al tofu, cien gramos de cebollas que aportarán fibra y una pizca de puré de concentrados de cáscara de kiwi y mondas de patata para las vitaminas. ¡No más animales condenados a una existencia atroz en las granjas y a una muerte cruel en los mataderos! ¡No más corridas de toros ni Sanfermines ahogados en vinazo y vomitonas y rodados en tortura de pobres animales despavoridos!

-Glups- musitó Iker Amonal, relaciones públicas de la empresa de euskokamisetas Kukusumuxu.

- ¡No más restaurantes con tonterías y sillas de diseño que se te clavan en las hemorroides!

-Glabs- regurgitó Ferrá Julivert, afamado chef de la franquicia de restaurantes de lujo "Nhada de nhada"

- ¡No más productos light y chuminadas varias!

-Aghh- gritó Pandor@ Epicen@, lider ecologista naturista nudista transexualista y dueña de la cadena de comida ecológica "Sostenibilia- cómprala para sentirte pura de intestinos y de conciencia"

-¡No más Navidades y festejos populares convertidos en brutal satisfacción de la gula e inmisericorde machucamiento del hígado! ¡No más platos típicos grasientos y teñidos en sangre de animales!

-Ayyyyyy - gritó Xose Ximenes, presidente de la Asociación de Defensa de la Comida Nacional de cada Nación de Uno Mesmu.

-¿Para qué escuchar más? ¡Matémosle! - gritó de pronto Plácido Palomo, líder pacifista.

-Aghhhh, no puedo levantarme de la mesa.

-Uf, yo tampoco.

-Bluf, ni moverme puedo. Estoy inflado.

-Bueno, mis queridos comensales. Como pueden ver, yo he comido lo mismo que ustedes, he estado expuesto a los mismos rayos, y sin problemas me levanto y me pongo a salvo de sus justificadas iras. Es curioso, pero los rayos de mi invención no afectan por igual a todas las poblaciones humanas, y por eso en particular ustedes fueron los invitados a mi particular cena experimento. En el curso de mis estudios he descubierto que determinados seres humanos segregan una hormona a la que he bautizado "Progrecina". Sobre esta hormona, y con ciertas enzimas asociadas a ella que actúan sobre el apetito y los efectos de la digestión en la capacidad motora (de ahí su transitoria inmovilidad) es sobre lo que actúan mis rayos .

"Esta hormona, de la que no he podido encontrar una predominancia estadísitica por clase social o raza, y de hecho, se da hasta en las mejores familias, inhibe ciertos mecanismos cerebrales asociados a la consecuencia entre ideas y actos, a una adecuada percepción de la realidad y a la falta de hipocresía, y aunque no puedo extrapolar sus efectos a lo largo de la historia, en nuestra sociedad actual, la gente con esas taras tiende a manifestar unas ideas políticas heterogéneas, y a menudo incompatibles, pero que, curiosamente, tienden a aliarse y a asociarse en un conglomerado confuso pero tremendamente activo.

"Sólo sobre ellos estos rayos tienen algún efecto, y tras lo que les he expuesto, ya se habrán dado cuenta ustedes de que estos rayos no servirán de nada utilizados como arma de dominación del mundo próspero sobre el pobre, pero sin duda en los países desarrollados nos traerán un definitivo cambio social, con un gran porcentaje de la población dedicado sinceramente a la frugalidad y la solidaridad, de acuerdo a las ideas que siempre manifestaron. Y conforme a esas mismas ideas seleccioné los que iban a ser al mismo tiempo sujetos de experimentación y testigos de la presentación de mi maravilloso y definitivo invento.

"Señoras, caballeros, gays, sindicalistas, okupas, camisas pardas de la kale borroka, actores, cantantes, ramocines y demás élites culturales, ahora ahítos, inflados de comida a su pesar. Es un gran placer para mí presentarles mi nuevo invento:

¡Los rayos inflarrojos!

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escrito por Ignacio Egea @ 12:01 p. m.   1 comentarios
martes, julio 18, 2006
Capullos.
No me consuela nada que me digan que a su edad yo fui como ellos; no me gusta la actitud de esos jóvenes. Los veo pasar por ahí abajo, destrozando la vegetación; ellos ni me miran, su vista siempre enfocada a lo material, desplazándose con indolencia, dejando a su paso un rastro de estropicios, haciendo sufrir a los árboles en vez de acaricarlos, cultivarlos. Estos críos sólo piensan en comer, y en hacer el capullo.

Menos mal que cuando salgan del capullo es de esperar que serán como yo, y estarán dotados de unas hermosas alas, y volarán llenos de gracia a libar el néctar de las flores. Me consolaría verlos entonces, pero, ay, yo ya no estaré aquí. ¡Es tan corta la vida de las mariposas!.

Moraleja: un insecto puede criticar a su progenie porque le sale de los huevos.

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escrito por Ignacio Egea @ 12:34 p. m.   0 comentarios
viernes, julio 14, 2006
En el océano infinito.
Nos llegó de más allá del espacio conocido; su placa dorada llena de símbolos mostraba la pátina de un lento desgaste causado por los micrometeoritos durante eones. Toda ella nos hablaba de su largo viaje, de su antigüedad inmensa. Una botella arrojada al océano cósmico en el principio del espacio y del tiempo con un mensaje que, por una inmensa fortuna, había llegado a nosotros.

-Dado lo que ya sabemos de la evolución de la vida y de la separación entre galaxias, las posibilidades de que un tesoro como éste vuelva a llegar a nuestras manos antes del fin del Universo son virtualmente nulas. Hemos tenido mucha suerte.

-Con eso y con todo. Los principios que rigen estos símbolos son obra de una inteligencia extraordinaria, pero al mismo tiempo sientan las bases de un método de traducción universal increíblemente sencillo, tanto que en unas horas sabremos qué dicen estos símbolos. Como muchos descubrimientos maravillosos, ahora que lo conozco ¡resulta tan obvio, tan elegante! ¿Cómo a ningún ser humano se le ocurrió antes?

- Si sólo la codificación nos abre la puerta a una nueva rama de las matemáticas ¿Qué más conocimientos maravillosos encerrará este texto una vez traducido?

(ping!)

-¡Lo vamos a saber ahora mismo! ¡El ordenador ha terminado el proceso!

inicio del mensaje-------

HOLA

fin del mensaje----------

No había nada más. La construcción de la sonda era eficiente, pero no revolucionaria; ningún aporte de conocimiento. Nos quedaba aquel revolucionario algoritmo de descifrado, no era poco. Pero aquel día yo lloré, y no lloré solo.

Lloramos todos de desilusión, como niños. Niños que nos sentamos a jugar en la arena cuando todo el océano del universo se extiende ante nosotros y que vimos llegar, flotando una botella y la descorchamos esperanzados, creyendo que sería el mapa de un tesoro, las sabias memorias de un náufrago o la partitura de la canción sublime que cantan las sirenas en su reino escondido.


Cuando la abrimos, descubrimos que había sido escrita y lanzada al mar por otro niño. Porque sólo los niños juegan a esas gilipolleces.

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escrito por Ignacio Egea @ 8:27 p. m.   0 comentarios
miércoles, julio 12, 2006
Fábula de moscones y hombres.
Un soldado herido en una batalla sufría atrozmente mientras las moscas se cebaban en sus heridas; en esto que vio que un compañero suyo que no había sido herido se disponía a aliviar su vientre en unos matorrales cercanos.

-"No hagas eso"- dijo el herido- "¿No me molestan estas moscas ya bastante para que encima tú les des más acicate?"

El otro soldado hizo caso omiso y se cagó allí mismo. Las moscas que rodeaban al herido, cuando olieron aquello, volaron todas a la mierda y dejaron al sufriente en paz.


Moraleja: Si alguien de quien no puedes escapar te agobia, reza porque surja algo que le entretenga.

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escrito por Ignacio Egea @ 1:40 p. m.   1 comentarios
viernes, julio 07, 2006
Vivat Bacchus,Bacchus lebe!
-¡Viva Baco! - gritaba Pedrillo, con una jarra de vino en la mano más grande que su cabeza.

-No, no, no, no puedo gritar eso. Va contra mis convicciones. Hip. - le respondió Osmín con su potente voz de bajo, tan ebrio que a duras penas se podía levantar del suelo.

-¿Pero por qué?

-Porque soy musulmán, hip, y Baco es un falso dios de los idólatras.

-Bueno, vamos a gritar otra cosa. ¿Te parece que gritemos "¡Vivan las fiestas de Baco!"

-Me place, hip. ¡¡¡VIVAN!!!



(fin del dueto)

Moraleja:

un puritano nunca perderá ocasiones

de aguar la fiesta apelando a sus convicciones

Esta enfermedad del alma (o de la mente)

afecta por igual a ateos y a creyentes


Dedicado al tonto de concejal de Pamplona que se negó a gritar "¡Viva San Fermín!"

Y, claro está, a Mozart.

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escrito por Ignacio Egea @ 2:56 p. m.   0 comentarios
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