Hombrecillos verdes
Una visita en clave de humor a las imágenes clásicas de la ciencia ficción.
martes, mayo 30, 2006
Polifemo y su cueva.

Posidón mantiene un rencor obstinado contra Ulises

que despojó de la vista a su hijo Polifemo

y tras ello se ocultó en la cueva del cíclope

mientras el cegado vigilaba las salidas

Nadie dijo llamarse el astuto entre los aqueos

y para escapar de la gruta con sus camaradas prisioneros

urdió bien tejido el plan de atarse a las grupas del ganado

que el monstruo impío sacaba a pastar cuando la Aurora

de dedos rosados acaricia el zarco colodrillo de Urano

y bajo el más rollizo y de vellón más suave del rebaño

se ató el esposo de Penélope con mimbres bien trenzados

cuando descubrió el desdichado aqueo que los pastores

tienen por costumbre beneficiarse a sus ovejas

y más si, con un ojo o ninguno, poco atractivos son

a las ubérrimas ninfas de vientres generosos

que causan las delicias de faunos y sátiros.

Y el resto de los Cíclopes acudió a la puerta

y preguntó al de dentro, el más poderoso de entre ellos

"¿Qué cosa tan grande sufre el que así grita?

Dinos, Polifemo, a quién castigas con tu estaca titánica".

"A Nadie", gritó el ciego Posidónida, "a Nadie empalo, y de Nadie me vengo"

El rencor de Posidón es obstinado

y Ulises diez años estuvo atado al mástil de su navío por no poder

sentarse derramando amargas lágrimas por todo su largo periplo a Ítaca.






(Ilustración de Sandro Castelli)

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escrito por Ignacio Egea @ 8:58 a. m.  
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